Nunca pensé recibir tanto cariño y amor de gente que nunca me había conocido. Al irles platicando de la hazaña que voy a emprender, sus caras se fueron tornando, lentamente en rostros de asombro, miedo y admiración. Una nena que estaba parada junto a mi, no dejaba de abrazarme la pierna como protegiéndome. Otro chaparro me tomaba de la mano como dándome ánimos y dándose valor. Pero lo más impresionante de todo fue cuando una nena, Fernanda, nos interrumpió abruptamente para comentarnos algo que no pudo aguantar más:
Fer.- Christian yo quiero ir contigo a tu viaje
Christian.- ¿Por qué nena?
Fer.- Porque quiero ayudarte a cruzar el mar. Quiero nadar contigo, para que no te pase nada. Tu nadas la mitad y yo nado la otra mitad. ¿Sale?
En ese momento se hizo un silencio en el ambiente, mi garganta se cerró para evitar las lágrimas y en general todos los presentes nos vimos inmutados al escuchar tan bella declaración de una niña que tiene el cáncer a flor de piel y que aún a pesar de eso está dispuesta a ofrecer su vida por la mía.
Después vinieron las palabras de los padres de familia. Padres que luchan día a día por no desmoronarse ante el enemigo que acecha a sus hijos. Padres que me dieron sus lágrimas, sus manos temblorosas y su apoyo espiritual de todo corazón: "Todos los días vamos a orar por ti Christian, los niños y nosotros lo vamos a hacer".
Cómo no derretirse ante semejante situación. Es de este tipo de momentos que la vida está hecha. Situaciones imprevistas y espontáneas que te hacen sentirte vivo, ya que aún con todo lo triste de la situación, la esperanza de vivir es tan fuerte en ese lugar que se puede respirar a Dios en cada esquina, se puede percibir la bondad de los niños, de los padres y de la gente de Nueva Esperanza.
Es hoy más que nunca que me doy cuenta que no hago esto por los niños con cáncer, lo hago gracias a ellos, y a toda la gente que con sus palabras y acciones nos ayuda a que día con día esto se vaya convirtiendo en una realidad. En una Nueva Esperanza.
Con los niños de Nueva Esperanza
Fernanda, la nena que quiere nadar conmigo el Canal de la Mancha
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